Cuando utilizo la palabra ignorancia, no la empleo en un sentido negativo. No me refiero a ausencia de conocimiento. Aludo a algo fundamental, muy presente, muy positivo. Es como somos. Es la misma naturaleza de la existencia la que permanece misteriosa, y ese es el motivo por el que es tan hermosa.
Sea lo que fuere lo que creemos saber, es muy ilusorio. Alguien pregunta: «;Qué es el agua?», y vosotros respondéis: «H20». Eso es simplemente un juego. No se sabe lo que es el agua, ni lo que es la «H» ni la «O».
Estáis etiquetando. Alguien pregunta qué es esa «H», ese hidrógeno... y recurrís a las moléculas, los átomos, los electrones... pero una vez más estáis dando nombres. El misterio no está acabado... el misterio solo se ha postergado y al final solo queda una tremenda ignorancia. Al comienzo no sabíamos qué era el agua, ahora no sabemos lo que es el electrón, de manera que no hemos arribado a ningún conocimiento. Hemos jugado al juego de dar nombres, de colocar en categorías, pero la vida sigue siendo un misterio. La ignorancia es tan profunda y tan definitiva que no se puede destruir. Y una vez que lo entendéis, podéis reposar en ella. Es tan hermosa, tan relajante... porque entonces ya no queda adónde ir. No hay nada que saber, porque no se puede saber nada. La ignorancia es definitiva. Es tremenda 1, vasta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario