miércoles, 7 de septiembre de 2011
Dormidos en un tren
Justo el otro día leía una frase de Jean-Paul Sartre. Dice que la vida es
como un niño que está dormido en un tren al que despierta un inspector que
quiere comprobar su billete, pero el niño no lleva billete y tampoco dinero
para pagarlo.
Esta situación se está volviendo más y más
corriente para la mente moderna, porque de algún modo el hombre está
desarraigado, le falta el sentido. Uno simplemente siente: ¿Por qué? ¿Adónde
voy?. No sabes adónde vas y no sabes por qué te encuen tras en el tren. No
tienes billete y tampoco dinero para pagarlo, y, no obstante, no puededs bajarte del tren. Todo parece ser un caos, algo enloquecedor.
Esto ha sucedido porque se han perdido las
raíces en el amor. El amor ha desaparecido. La gente simplemente lleva una vida
sin amor. Entonces, ¿qué hacer?
Sé que todo el mundo un día se siente como
un niño en un tren. Sin embargo, no digo que la vida vaya a ser un fracaso,
porque en este gran tren hay millones de personas dormidas, aunque siempre hay
alguien que está despierto. El niño puede buscar y encontrar a alguien que no
esté dormido ni ronque, alguien que conscientemente haya subido al tren, que
sepa adónde se dirige este, o al menos adónde va él. Al estar cerca de
semejante persona, el niño aprende la forma de adquirir más conciencia.
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