sábado, 24 de septiembre de 2011
La pureza
La pureza que reside en el corazón es incorruptible; lo que haces no la
afecta en absoluto.
Y cuando empiezas a mirar el ser de las
personas, entonces nadie es un "pecador", nadie lo ha sido jamás. Eso es
imposible. La pureza es tan absoluta que todo lo que hacemos no es más que
sueños; ese es el enfoque oriental. Este no le presta mucha atención a lo que
haces. Dice que sin importar lo que hayas hecho, simplemente puedes ir al
interior y tener un contacto con el ser, que siempre es cristalino y siempre
puro, y esa fuente permanece impoluta. En la periferia solo están las caras:
santo y "pecador", bueno y malo, el famoso y el notorio. Solo son actos, como si
se representara un drama. Alguien se ha convertido en un Jesucristo y alguien
en un Judas. Los dos son necesarios: Jesús no puede ser sin Judas, ¿y qué sería
Judas sin Jesús? Ambos son necesarios para que acontezca toda la historia de
Cristo. Pero detrás del escenario se sientan juntos para beber té y fumar.
Esa es la realidad. Todo este mundo es un
vasto escenario, un gran drama representado.
Así que no te preocupes demasiado al
respecto. Sea cual fuere el papel que te haya correspondido, desarrollalo con
el máximo gozo posible, y recuerda siempre que en lo más hondo permaneces
puro.
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