Conocerse a Sí Mismo
Antes de seguir un camino espiritual, es necesario conocerse a sí mismo. Estar conscientes de nuestras aptitudes, de nuestros defectos y de las características de nuestra naturaleza interior. En un cierto sentido, cada uno de nosotros es único en su esencia. Las semejanzas externas se deben en gran parte a los condicionamientos de la sociedad en que vivimos. Son una rutina que nos facilita el convivir sin demasiados roces. Se necesita un nivel alto de crecimiento personal para tener el coraje de ser lo que uno es.
Sólo cuando se tiene esto suficientemente claro, podemos elegir aquel camino más en armonía con nuestro ser interior. Por el hecho de ser diferentes en nuestra esencia es que existen diversos caminos espirituales. Todos llevan a la misma meta: la Fuente Insondable de donde hemos venido y a la que tenemos que regresar después de una larga y extenuante jornada, como el Hijo Pródigo.
Los diferentes caminos son como los rayos de una circunferencia. Parten separados desde el perímetro, a veces opuestos en l80 grados y se van acercando entre sí al aproximarse al centro, hasta unirse en un punto único.
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