martes, 21 de septiembre de 2010

ANTES DE ENTRAR EN EL CUERPO, PERDONE

Me sentí muy incómodo cuando traté de poner mi atención en el cuerpo interior. Había una sensación de agitación o náusea. Por ello no he podido experimentar eso de lo que habla.

Lo que usted sintió fue una emoción que estaba ahí, de la que probablemente no era consciente, hasta que empezó a prestar atención al cuerpo. A menos que le preste atención antes, la emoción le impedirá tener acceso al cuerpo interior, que está a un nivel más profundo bajo ella. Atención no significa que empiece a pen­sar en ella. Significa solamente observar la emoción, sentirla plenamente y así reconocerla y aceptarla como es. Algunas emociones se identifican fácilmente: ira, temor, tristeza, etcétera. Otras pueden ser mucho más difíciles de clasificar. Pueden ser sólo vagas sensaciones de desasosiego, pesadez o encerramiento, a mitad de camino entre una emoción y una sensación física. En cualquier caso, lo que importa no es si usted puede ponerles una etiqueta mental, sino si puede traer la sensación de la misma a la conciencia lo más posible. La atención es la clave de la transformación y una atención plena también implica aceptación. La atención es como un haz de luz, el poder concentrado de su conciencia que lo transmuta todo en sí misma.
En un organismo completamente funcional, una emoción tiene un lapso de vida muy corto. Es como una pequeña arruga u ola en la superficie del Ser. Cuando usted no está en su cuerpo, sin embargo, una emoción puede sobrevivir en usted durante días o semanas o unirse con otras emociones de frecuencia similar que se han fundido y se convierten en el cuerpo del dolor, un parásito que puede vivir dentro de usted durante años, alimentarse de su energía, llevar a la enfermedad física y hacer su vida desdichada (vea el capítulo dos).
Así pues, ponga su atención en sentir la emoción y compruebe si su mente se está aferrando a un patrón de queja como la censura, la autocompasión o el resentimiento, que alimentan la emoción. Si ese es el caso, significa que usted no ha perdonado. La falta de perdón es a menudo hacia otra persona o hacia usted, pero puede ser hacia cualquier situación o condición ­ -pasada, presente o futura- ­ que su mente rehúsa aceptar. Sí, puede haber falta de perdón incluso con relación al futuro. Este es el rechazo de la mente a aceptar la inseguridad, a aceptar que el futuro está en últimas más allá de su control. El perdón es abandonar la queja y dejar ir la tristeza. Ocurre naturalmente una vez usted se da cuenta de que su queja no tiene ningún propósito excepto fortalecer un falso sentido de uno mismo. El perdón es no ofrecer resistencia a la vida, permitir a la vida vivir a través de usted. Las alternativas son el dolor y el sufrimiento, un flujo de energía vital muy restringido y en muchos casos, la enfermedad física.
En el momento en que usted de verdad perdona, ha recuperado el poder que estaba en su mente. La falta de perdón es la misma naturaleza de la mente, igual que el falso ser hecho por la mente, el ego, no puede sobrevivir sin lucha y conflicto. La mente no puede perdonar. Sólo usted puede. Usted se hace presente, entra en su cuerpo, siente la paz y quietud vibrantes que emanan del Ser. Por eso Jesús dijo: "Antes de entrar en el templo, perdonen".
 

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