miércoles, 22 de junio de 2011

La meditación es conciencia

Cualquier cosa que hagas, hazla con profunda conciencia. Entonces, inclusive las cosas pequeñas se trans­forman en sagradas. Entonces, coci­nar o limpiar se transforma en cosas sagradas; se hace culto de ellas. No se trata de qué es lo que haces, sino de cómo lo haces. Puedes limpiar el piso como un robot, un artefacto mecáni­co; tienes que limpiarlo, así que lo ha­ces. Entonces, te pierdes algo hermo­so. Así, malgastas esos momentos na­da más que en limpiar el piso. Lim­piar el piso podía haber sido una ex­periencia grandiosa. Te la perdiste. El suelo está limpio, pero algo que podía haber pasado en tu interior no ha pasado. Si hubieras tenido conciencia, tú también (y no sólo el piso) habrías sentido el efecto de una profunda pu­rificación. Limpia el piso con plena conciencia, con el brillo del conoci­miento. Trabaja, siéntate o camina, pero con un hilo conductor: ilumina más y más momentos de tu vida con la conciencia. Deja que la vela del co­nocimiento se encienda en cada mo­mento, en cada acto. El efecto acumu­lativo de todos los momentos juntos los transforma en una gran fuente de luz.


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