miércoles, 22 de junio de 2011
La meditación es un salto
Nunca puedes ir más allá de la mente si sigues utilizándola. Tienes que dar un salto, y la meditación implica ese salto. Ésta es la razón por la cual la meditación es ilógica, irracional. Y no se la puede tornar lógica; no se la puede reducir a la razón. Tienes que experimentarla. Únicamente si pasas por esta experiencia, adquieres conocimiento. Así que intenta esto: no pienses en ella; intenta, trata de ser testigo de tus propios pensamientos. Siéntate, relajado, cierra los ojos, deja fluir tus ideas como fluyen las imágenes en una pantalla. Obsérvalas, míralas, hazlas tus objetos. Surge un pensamiento: contémplalo profundamente. No pienses en él; sólo obsérvalo. Si empiezas a pensar en él, no serás testigo: habrás caído en la trampa.
Hay afuera una bocina. Surge una idea: "está pasando un auto"; o ladra un perro, o algo sucede. No pienses en ello; sólo contempla la idea. El pensamiento ha surgido, ha tomado forma. Aunque sea por un solo instante, si eres capaz de observar el proceso de pensamiento sin pensar en él, habrás aprendido a ser testigo y habrás ganado algo al serlo. Es un gusto, un gusto diferente del pensar (totalmente diferente). Pero es necesario experimentar con él. La religión y la ciencia son polos opuestos, pero en algo se parecen y ponen el acento en lo mismo: la ciencia depende de la experimentación, al igual que la religión. Sólo la filosofía es no experimental. La filosofía sólo depende del pensar. Tanto la religión como la ciencia dependen de la experiencia: en el caso de la ciencia, con objetos; en el caso de la religión, con tu subjetividad. La ciencia depende de la experimentación con cosas, no contigo; y la religión depende de la experimentación directa contigo.
Es difícil, porque en la ciencia el experimentador está allí, el experimento está allí y el objeto que va a ser experimentado también. Hay tres cosas: el objeto, el sujeto y el experimento. En la religión, tú eres estas tres cosas al mismo tiempo. Debes experimentar contigo mismo. Tú eres el sujeto, el objeto y el laboratorio. No sigas pensando. Comienza por algún lado, empieza a experimentar. Entonces, tendrás una sensación directa de lo que es pensar y lo que es ser testigo. Y así llegarás a saber que no puedes hacer las dos cosas en forma simultánea, así como no puedes correr y estar sentado al mismo tiempo. Si corres, no puedes estar sentado, entonces no te sientas. Y si estás sentado, no puedes correr. Pero sentarse no es la función de las piernas. Correr es la función de las piernas; no sentarse. En realidad, sentarse es la no función de las piernas. Cuando las piernas están funcionando, no estás sentado. Sentarse es la no función de las piernas; correr es su función.
Lo mismo ocurre con la mente: pensar es una función de la mente; ser testigo implica una no función de la mente. Cuando la mente no está funcionando, puedes ser testigo, y entonces tienes la conciencia.
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