lunes, 27 de agosto de 2012

Interreligiosidad, un fenómeno de nuestros días


No se puede negar que la religión es un fenómeno que siempre ha tenido una gran importancia en la vida personal y social, tal como lo evidencian sus múltiples manifestaciones externas: ritos, templos, organizaciones, símbolos, mitos, así como muchos otros elementos y actitudes que calificamos como religiosas.


Hace tiempo, especialmente en Europa, se hablaba de crisis de religiones. Con la progresiva secularización vivida en las sociedades occidentales, parecía que los símbolos religiosos y sus instituciones iban perdiendo mucho prestigio social. Eso llevaba a una tendencia continuada de privatizar la religión, como si socialmente se quisiera hacer invisible, reduciéndola a los ámbitos y recintos que le son propios.

En los últimos años, con el proceso de globalización que estamos viviendo, el deseo de espiritualidad que se ha despertado en muchos ámbitos y personas, la apertura de occidente a corrientes espirituales llegadas de Asia, además del aumento de los flujos migratorios, han vuelto a poner sobre la mesa el fenómeno religioso y su incidencia en la vida social e internacional.

En el pasado las grandes religiones estaban bien delimitadas por las fronteras geográficas, de tal manera que era posible ubicarlas con total claridad en un mapamundi. En ese contexto, las religiones más minoritarias sobrevivían como podían en los diferentes ámbitos geográficos. La mayoría de estas expresiones minoritarias tenían el calificativo peyorativo de “secta”, y siempre eran consideradas como una fracción proveniente de alguna de las religiones llamadas “oficiales”. Hoy todo esto ha cambiado considerablemente y en nuestras ciudades y pueblos, conviven todas las formas de religión posibles y, apelando a las leyes constitucionales, todos reivindican su derecho a vivir según su creencia y a disponer de los medios y recursos necesarios para ejercerla.

Mirando la historia podemos entrever que las religiones han estado en la raíz de la mayoría de las disputas que se han librado a lo largo de los siglos. De una manera u otra, las razones religiosas han provocado conflictos y a menudo muchas guerras. Urge, pues, que en nuestros días encontremos unos fundamentos sólidos para la interreligiosidad que vivimos, porque debemos ser capaces de fundamentar esta convivencia religiosa en la paz y una sana convivencia.

En el encuentro de Asís que Juan Pablo II convocó en 1986, ya apuntaba la necesidad de que cada religión trabajara en su interior para impedir que las propuestas más fanáticas ganasen espacio entre sus adeptos. Si querían que las religiones llegaran a un diálogo y a una buena convivencia, había que evitar las posturas fanáticas e intransigentes. Habrá que ver si los diferentes líderes religiosos han trabajado en la línea del llamado “espíritu de Asís” o se han encerrado en sí mismos, adoptando posiciones más rígidas y dogmáticas.

Es cierto que, en los momentos de crisis o de cuestionamiento, los grupos tienen tendencia a encerrarse en sí mismos para reivindicar su propia identidad. No podemos dialogar si no sabemos quienes somos y cuál es nuestra esencia o idiosincrasia. Pero no podemos hacerlo estando encerrados en la sociedad en que vivimos ni en el mundo que nos rodea. Sin olvidar que la globalización ha cuestionado seriamente los monopolios ideológicos y religiosos. Las religiones deben ver cuál es el lugar que ocupan y como podemos convivir con otras creencias sin establecer fronteras, ni siquiera mentales, que marginen personas y grupos, por el solo hecho de no creer en lo mismo que nosotros.

En la cena de esta noche nos querríamos preguntar:

¿Qué papel debe tener el hecho religioso en nuestra sociedad? ¿Cómo se explica que la religión no sea siempre fuente de solidaridad, sino también de conflictos? ¿Cómo fomentar más la unidad y no las separaciones? ¿Cómo podemos hacer frente a los fanatismos religiosos? La persona fanática, ¿responde a algún perfil psicológico o todos podemos llegar a ser fanáticos de nuestras creencias? Hoy están de moda las religiosidades laicas, la búsqueda de una espiritualidad sin Dios. ¿A qué se debe esto?, ¿acaso responde a la necesidad de nuevas formas místicas? Las grandes religiones, ¿dan respuestas a las necesidades de nuestros días, o bien son un obstáculo para el desarrollo de las personas y los grupos?


Invitados especiales:

Víctor Hernández EspinosaPsiquiatra i psicoanalista

Jordi López CampsEx-director General d’Asuntos Religiosos de la Generalitat de Catalunya

Teresa Losada CampoPresidenta de la Fundación Bayt Al-Thaqafa

Xavier Melloni RibasTeólego

Moderadora: Assumpta Sendra MestreProfesora de la Facultad de Ciéncias de la Educación, Blanquerna-URL

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