viernes, 27 de agosto de 2010
El pasado no sobrevive en su presencia.
Usted mencionó que pensar o hablar del pasado sin necesidad es una de las formas como evitamos el presente. Pero aparte del pasado que recordamos y con el que quizá nos identificamos, ¿no hay otro nivel de pasado dentro de nosotros que está mucho más profundamente establecido? Hablo del pasado inconsciente que condiciona nuestra vida, especialmente por medio de las experiencias de la infancia, quizá incluso de experiencias de vidas pasadas.
Y además está nuestro condicionamiento cultural, que tiene que ver con dónde vivimos geográficamente y el periodo de tiempo histórico en el cual vivimos. Todas esas cosas determinan cómo vemos el mundo, cómo reaccionamos, qué pensamos, qué clase de relaciones tenemos, cómo llevamos nuestra vida. ¿Cómo podríamos alguna vez llegar a ser conscientes de todo eso o librarnos de ello? ¿Cuánto tiempo llevaría eso? ¿E incluso si lo hiciéramos, qué quedaría?
¿Qué queda cuando la ilusión se acaba?
No hay necesidad de investigar el pasado inconsciente en usted, excepto en cuanto se manifiesta en este momento como un pensamiento, una emoción, un deseo, una reacción o un evento externo que le ocurre a usted. Lo que necesite conocer sobre el pasado inconsciente en usted, lo sacarán a flote los retos del presente. Si usted ahonda en el pasado se convertirá en un pozo sin fondo: siempre hay más. Usted puede creer que necesita más tiempo para entender el pasado o ser libre de él, en otras palabras que el futuro lo liberará del pasado eventualmente. Este es un engaño. Sólo el presente puede liberarlo del pasado. Más tiempo no puede liberarlo del tiempo. Acceda al poder del Ahora. Ésa es la clave.
¿Qué es el poder del Ahora?
Nada más que el poder de su presencia, su conciencia liberada de las formas del pensamiento. Así pues, maneje el pasado en el nivel del presente. Cuanta más atención preste al pasado, más lo energiza y más probable es que lo convierta en una identidad. No interprete mal: la atención es esencial, pero no al pasado como pasado. Dé atención al presente; preste atención a su conducta, a sus reacciones, malos humores, pensamientos, emociones, miedos y deseos según ocurren en el presente. El pasado está en usted. Si usted puede estar suficientemente presente para ver todas esas cosas, no crítica o analíticamente, sino sin juzgar, está manejando el pasado y disolviéndolo con el poder de su presencia. No puede encontrarse a sí mismo yendo hacia el pasado. Se encuentra a sí mismo viniendo al presente.
¿No es útil entender el pasado y así entender por qué hacemos ciertas cosas, reaccionamos de cierta forma o por qué creamos inconscientemente nuestro tipo particular de drama, nuestros patrones de relaciones y así sucesivamente?
Según se vuelve más consciente de su realidad presente, usted puede tener ciertas comprensiones súbitas de por qué su condicionamiento funciona de esa forma particular; por ejemplo, por qué sus relaciones siguen ciertos patrones, y puede recordar cosas que ocurrieron en el pasado y verlas más claramente. Eso está bien y puede servir de ayuda, pero no es esencial. Lo que es esencial es su presencia consciente. Eso disuelve el pasado. Ese es el agente transformador. Así pues, no busque entender el pasado, por el contrario sea tan presente como pueda. El pasado no puede sobrevivir en su presencia. Sólo puede sobrevivir en su ausencia.
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