miércoles, 30 de noviembre de 2011

El guerrero siempre estará luchando


Estas son las dos actitudes abiertas al hombre: la actitud del guerrero y la actitud del amante. Tú eliges; puedes elegir.
Pero recuerda… traerá ciertas consecuencias.
Si eliges el camino del guerrero y te dedicas a luchar con todo lo que te rodea, siempre serás desgraciado. Eso es crear un infierno a tu alrededor; la propia actitud de luchar crea el infierno.  O te conviertes en un amante, un participante, entonces este todo es tu hogar; tú no eres un extraño.  Estás en casa.  No hay lucha.  Tú simplemente fluyes con el río.  Entonces el éxtasis será tuyo; entonces cada momento se volverá extático, un florecimiento.
No hay más infierno que tú, ni más paraíso que tú.  Depende de tu actitud, de cómo mires al todo. La verdadera religión es el camino del amante: la ciencia es el camino del luchador.
La ciencia es el camino de la voluntad, es como si estuvieras aquí para conquistar, para conquistar la naturaleza, para conquistar los secretos de la naturaleza; como si estuvieras aquí para imponer tu voluntad y dominación a la existencia.  Esto no es solo descabellado, además es inútil.  Descabellado porque creará un infierno alrededor de ti, e inútil porque al final cada vez estarás más muerto, menos vivo; perderás toda posibilidad de ser feliz. Pero, al final, tendrás que salirte del camino de la voluntad, porque es un camino que puedes seguir durante cierto tiempo, pero en él solo hay frustración y más frustración.  Cada vez te sentirás más vencido.  Cada vez te sentirás más impotente, y cada vez habrá más enemistad a tu alrededor.  Tendrás que salirte de él; de mala gana, reluctante, pero tendrás que salirte de él.  Al fin y al cabo, con una actitud de lucha nadie puede descansar, porque con actitud de lucha no es posible el descanso, uno no se puede relajar.
El camino de la verdadera religión es el camino del amor.  Para empezar, no estás luchando con nadie.  El todo existe para ti, y tú existes para el todo, y existe una armonía interior.  Nadie está aquí para conquistar a nadie.  No es posible.  Porque ¿cómo va una parte a conquistar otra parte?  ¿Y cómo va una parte a conquistar el todo?  Esas son ideas absurdas que solo te causarán pesadillas, nada más.  Mira a la situación en su totalidad… tú sales del todo y te disuelves en él, y, mientras tanto, tú eres en todo momento parte de él.  Tú lo respiras, lo vives, y él respira a través de ti.  Tu vida y su vida no están separadas; tú eres como una ola en el océano.
Una vez que entiendes esto, la meditación se vuelve posible.  Una vez que entiendes esto, te relajas.  Tiras todas las corazas que has creado a tu alrededor para sentirte seguro.  Ya no tienes miedo. El miedo desaparece y surge el amor.  Y en este estado de amor, ocurre el vacío.  O, dicho de otra forma, si puedes dejar que ocurra el vacío, el amor florecerá en él.  El amor es la flor del vacío, del vacío total; el vacío es la situación.  Puede funcionar en ambos sentidos.
Así que hay dos tipos de religiones.  Uno que crea el vacío en ti y a tu alrededor para que el florecimiento sea posible; tú has creado la situación, ahora la flor surge automáticamente.  Si no encuentra resistencia, de repente la semilla se convierte en una flor.  Hay un salto en tu propio ser, una explosión.  El budismo y el Zen siguen ese camino: crean vacío en ti y a tu alrededor.
Hay otro camino más, un segundo tipo de religión, que crea amor en ti, que crea devoción en ti.  Meera y Chaitanya aman, y aman el total tan profundamente que encuentran a sus amados en todas las partes; en cada hoja, en cada piedra, está la firma del amado. Él está en todas las partes.  Bailan porque no hay otra cosa que hacer más que celebrar.  Y todo está dispuesto; solo tiene que empezar la celebración por tu parte.  No falta nada más. Un bhakta, un amante, simplemente celebra, disfruta.  Y en ese disfrute de amor y celebración, el ego desaparece y llega el vacío.
O bien creas vacío, como Buda, Tilopa, Sekkyo, y otro; o creas amor, como Meera, Chaitanya, Jesús. Si creas una cosa, la otra la sigue, porque no pueden vivir por separado, no tienen una existencia por separado.  El amor es una cara del vacío; el vacío es otro aspecto del amor, van juntos.  Si traes uno, si invitas a uno, el otro viene automáticamente como si de su sombra se tratara.  Depende de ti.  Si tú quieres seguir el camino de la meditación, hazte vacío.  No te preocupes del amor, vendrá por sí mismo.  Y, si te resulta muy difícil meditar, entonces ama, entonces hazte amante, y las meditaciones y los vacíos te seguirán.
Y así es como tiene que ser, porque hay dos tipos diferentes de mente humana: la femenina y la masculina.  A la mente femenina amar le resulta fácil, pero estar vacía le resulta difícil.  Y cuando digo mente femenina, no me refiero a las hembras, porque muchas hembras tienen mentes masculinas, y muchos varones tienen mentes femeninas.  Así que no son equivalentes. Cuando yo digo mente femenina, no me refiero al cuerpo femenino; puede que tu cuerpo sea femenino pero tu mente no. La mente femenina es aquella que siente el amor más fácilmente, eso es todo.  Esta es mi definición de la mente femenina: es aquella que siente el amor más fácilmente, de forma natural, aquella que puede fluir en el amor sin ningún esfuerzo. La mente masculina es aquella para la que el amor supone un esfuerzo: puede amar, pero tendrá que esforzarse. El amor no puede ser todo su ser; será tan solo una cosa entre tantas, ni siquiera la más importante.  Puede sacrificar su amor por la ciencia, por el país, por asuntos triviales, por negocio, por dinero, por política.  El amor no es una cosa tan profunda para la mente masculina.  No le resulta tan fácil como a la mente femenina.  La meditación le resulta más fácil.  El vacío le resulta más fácil.
Así que esta es mi definición: si estar vacío te resulta más fácil, entonces sigue ese camino.  Si te resulta muy difícil, no estés triste, no pierdas la esperanza. Te resultará más fácil amar.  Yo no he conocido nunca a nadie que le resultaran difíciles ambas.  Así que para todos hay esperanza.  Si la meditación te es difícil, el amor te será más fácil, tiene que ser así. Si el amor te es más fácil, la meditación te será más difícil.  Así que simplemente haz lo que sientas.
Y esto no tiene nada que ver con tu cuerpo, con tu estructura física, con tus hormonas.  No. Es una cualidad de tu ser interior. Una vez que la encuentras, todo se vuelve mucho más fácil, porque entonces no lo intentarás por el camino equivocado.  Puedes intentarlo por el camino equivocado durante muchas vidas pero no conseguirás nada.  Pero si lo intentas por el camino correcto, incluso el primer paso puede convertirse en el último, porque tú simplemente, naturalmente, fluyes en él.  Sin esfuerzo ni nada que se le parezca; fluyes relajadamente.

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