lunes, 16 de enero de 2012

Una vida vacia

En el mundo moderno la mente tan sólo conoce un templo vacío ya que se ha olvidado completamente de aquel que lo habita, de tal forma que adoramos al templo pero no recordamos a Dios.  Sin conocimiento alguno acerca del verdadero centro de la vida, nos dejamos de movernos ni de ser indulgentes en su periferia.

La gloria del cuerpo humano no está en sí mismo dado que éste es sólo el anfitrión.  La verdadera gloria está en el invitado, en aquel que lo habita.  Si te olvidas del invitado, entonces es pura indulgencia tuya.  Por el contrario, si recuerdas y procuras al invitado, amar y celebrar al cuerpo, se hace parte de tu adoración a la vida.
Oriente posee una gran visión.  En ella el cuerpo ocupa la parte más baja, la más visible y tangible.  Además, el cuerpo no lo es todo.  De hecho, bajo está óptica el cuerpo es sólo el principio, es sólo una puerta que hay que cruzar para llegar a conocer misterios más profundos.  En Oriente el cuerpo es cuidado y venerado porque se considera un vehículo a través del cual podemos llegar a conocer aquello que habita en cada uno de nosotros, pero que no es el cuerpo mismo.  El cuerpo es como una lámpara y Dios es la llama que le da vida.  La lámpara es adorada por la llama pero, una vez que la flama se extingue, ¿quién se extingue en la flama, el cuerpo no es nada; polvo somos y en polvo nos convertiremos.  Entonces el cuerpo regresa a la tierra.  El cuerpo late a la par con Dios, palpita con él.  Si eres capaz de observar esto, entonces aún el polvo se vuelve divino; si no, entonces el polvo será simplemente polvo.  Entonces carece de significado.
El culto al cuerpo en Occidente no es especialmente importante.  Por eso, las personas buscan comer saludablemente, darse masajes o hacer Rolfing (técnica de integración postural).  Tratan, por mil y un caminos, de darle un sentido a sus vidas pero, No obstante, si observas su mirada verás que en ella hay un gran vacío.  Te puedes dar cuenta de que han fallado en su búsqueda, que no hay fragancia y que la flor aún no ha florecido.  Internamente están tan secos como un desierto, están perdidos y no saben qué hacer para sentirse bien.  Ellos tratan de hacer muchas cosas para su cuerpo, pero pierden de vista lo más importante.



Si el centro, si lo más importante está faltando, puedes pasar tu vida decorando la periferia, y es probable que logres engañar a los demás pero debes entender que eso no te va a  llenar a ti mismo.  De hecho, puede ser que en algún momento incluso llegues a engañarte a ti mismo, porque las mentiras repetidas muchas veces, (incluso nuestras propias mentiras), comienzan a parecer verdades, pero eso no te va a llenar ni te hará sentir satisfecho.  Occidente realmente trata de disfrutar la vida pero parece ser que no existe el gozo.  Por su lado, Oriente no trata de disfrutar la vida; simplemente lo hace sin mayor esfuerzo.  De hecho, es curioso darse cuenta de que el Oriente no tiene nada que disfrutar; es simplemente

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