martes, 10 de abril de 2012

La comprensión es el factor liberador

Tal vez algunos de ustedes estén interesados en lo que he estado diciendo acerca de la envidia. No uso la palabra "recuerdan" porque, como lo he explicado, recordar meramente palabras o frases embota la mente, la vuelve apática, pesada, carente de creatividad. Es muy destructivo el mero recordar. Lo importante, especialmente mientras son jóvenes, es comprender antes que cultivar la memoria, porque la comprensión libera la mente, despierta la facultad crítica del análisis.


Les capacita para ver la significación del hecho, no sólo para racionalizarlo. Cuando meramente recuerdan ciertas frases, sentencias o ideas acerca de la envidia, por ejemplo, esa recordación les impide mirar el hecho de la envidia. Pero si ven y comprenden la envidia que se esconde detrás de la fachada de las buenas obras, de la filantropía, de la religión y detrás de sus propios deseos de ser grandes, de ser virtuosos, si realmente ven y comprenden esto por sí mismos, entonces descubrirán qué libertad extraordinaria hay respecto de la envidia, de los celos.
Por lo tanto es muy importante comprender, porque el recuerdo es una cosa muerta; y quizá sea ésta una de las causas principales del deterioro humano. Somos muy propensos a imitar, a copiar, a seguir ideales, a seguir los héroes. ¿Qué es lo que ocurre, entonces? Se pierde poco a poco la llama de la creatividad y sólo queda la representación, el símbolo, la palabra, sin que haya nada detrás. Se nos enseña a memorizar y esto, obviamente, no es creativo. No hay comprensión en el mero recordar cosas que han leído en los libros o que les han enseñado; y cuando a lo largo de la vida sólo se cultiva la memoria, se destruye gradualmente la verdadera comprensión.
Por favor, escuchen cuidadosamente porque es esencial que esto se comprenda. Lo creativo es la comprensión, no la memoria, no el recuerdo. La comprensión es el factor liberador, no las cosas que han acumulado en la mente. Y la comprensión no se encuentra en el futuro. El mero cultivo de la memoria da origen a la idea del futuro; pero si comprenden directamente, o sea, si ven algo claramente por sí mismos, entonces no hay problema. Un problema existe sólo cuando no vemos claramente.
Lo importante, pues, no es lo que ustedes conocen, no es el conocimiento o la experiencia que han adquirido, sino ver las cosas como son y comprenderlas inmediatamente; porque la comprensión es inmediata, no está en el futuro. Cuando la experiencia y el conocimiento toman el lugar de la comprensión, se vuelven factores de deterioro en la vida. Para la mayoría de nosotros, el conocimiento y la experiencia son muy importantes; pero si penetramos detrás de las palabras y vemos la verdadera significación del conocimiento y la experiencia, encontraremos que se convierten en los factores principales del deterioro humano. Esto no quiere decir que el conocimiento no sea correcto en ciertos niveles de nuestra existencia. Es correcto e indispensable para saber cómo plantar un árbol y qué clase de nutrición debe tener, o cómo alimentar a las gallinas, o cómo constituir apropiadamente una familia, o cómo construir un puente, etc. Hay una enorme cantidad de conocimiento científico disponible que puede ser correctamente utilizado. Es correcto, por ejemplo, que sepamos cómo armar una dínamo o un motor. Pero cuando no hay comprensión, entonces el conocimiento, que es meramente memoria, se vuelve muy destructivo; y ustedes encontrarán que la experiencia también se vuelve destructivo, porque la experiencia refuerza el trasfondo de la memoria.
Me pregunto si han notado cuántas personas adultas piensan burocráticamente, como oficinistas. Si son maestros, su pensar está limitado a esa función; no son seres humanos latiendo con la vida. Conocen las reglas de la gramática o las matemáticas o una historia carente de importancia; y a causa de que su pensar se halla circunscrito a esa memoria, a esa experiencia, su conocimiento les está destruyendo. La vida no es una cosa que ustedes puedan aprender de alguien. La vida es algo a lo que prestan atención, algo que comprenden de instante en instante, sin acumular experiencias. Después de todo, ¿qué es lo que tienen cuando han acumulado experiencia? Cuando dicen: "He tenido una cantidad enorme de experiencia", o "conozco el significado de esas palabras", eso es memoria, ¿verdad? Han tenido ciertas experiencias, han aprendido cómo manejar una oficina, cómo construir un edificio o un puente, y conforme a ese trasfondo obtienen más experiencias. Cultivan la experiencia, la cual es memoria; y con esa memoria encaran la vida.
Como el río, la vida corre, es rápida, volátil, nunca está quieta; y cuando ustedes la encaran con la carga pesada de la memoria, es natural que jamás estén en contacto con la vida. Afrontan la vida con el conocimiento y la experiencia que poseen, lo cual no hace sino incrementar la pesada carga de la memoria. Así es como el conocimiento y la experiencia se vuelven gradualmente factores destructivos en la vida.
Espero que estén comprendiendo esto muy profundamente, porque lo que estoy diciendo es muy verdadero; y si lo comprenden usarán el conocimiento en su nivel correcto. Pero si no comprenden y meramente acumulan conocimiento y experiencia como un medio de progresar en la vida, como un medio de fortalecer su posición en el mundo, entonces el conocimiento y la experiencia se volverán muy destructivos, destruirán su iniciativa, su creatividad. Casi todos nosotros estamos tan abrumados por la autoridad, por lo que otras personas han dicho, tan cargados con el Bhagavad Gita, con ideas, que nuestras vidas se han vuelto muy insípidas. Estas cosas son todas recuerdos, reminiscencias; no son cosas que hemos comprendido, no tienen vida. No hay nada nuevo, en tanto estamos cargados de recuerdos; y no podemos comprender la vida, que es perpetuamente nueva. En consecuencia, nuestro vivir es muy tedioso, nos volvemos apáticos, nos desarrollamos mental y físicamente torpes y feos. Es muy importante comprender esto.
La sencillez es libertad de la mente respecto de la experiencia, de la carga de la memoria. Pensamos que la sencillez es una cuestión de no tener sino pocas ropas y una escudilla de mendigo; creemos que una vida sencilla consiste en poseer muy poco externamente. Eso puede estar muy bien. Pero la verdadera sencillez implica estar libre del conocimiento, libre de los recuerdos y de la acumulación de experiencias. ¿No han reparado en las personas que dan mucha importancia al hecho de poseer muy poco y piensan que son muy sencillas? ¿Las han escuchado? Aunque puedan no tener más que un taparrabo y un bastón, están llenas de ideales. internamente son muy complejas, luchando consigo mismas, esforzándose por seguir sus propias proyecciones, sus propias creencias. internamente no son sencillas, están repletas de lo que han recogido de los libros, repletas de ideales, dogmas, temores. Exteriormente podrán poseer sólo un bastón y unas pocas ropas. Pero la verdadera sencillez de la vida es permanecer internamente vacío, inocente, sin acumular conocimientos, sin creencias ni dogmas, sin el miedo a la autoridad; y ese estado de sencillez interna puede nacer sólo cuando comprendemos realmente cada experiencia de instante en instante. Si hemos comprendido una experiencia, entonces esa experiencia se ha terminado, no deja ningún residuo. Es a causa de que no comprendemos la experiencia, de que recordamos su placer o su dolor, que jamás somos internamente sencillos. Aquellos que tienen una disposición religiosa persiguen las cosas que contribuyen a la sencillez exterior; pero internamente son caóticos, confusos, están agobiados por innumerables anhelos, deseos, conocimientos; tienen miedo de vivir, de experimentar.
Si observan la envidia verán que es una forma profundamente arraigada de recordación que constituye un factor muy deteriorante, muy destructivo en nuestras vidas; y lo mismo ocurre con la experiencia. Esto no quiere decir que deban olvidar los hechos cotidianos o evitar la experiencia. No pueden. Pero el hombre que está lleno de experiencias no es necesariamente un hombre sabio. El que tiene una experiencia y se aferra meramente a esa experiencia, no es un hombre sabio, es como cualquier colegial que lee y acumula información de los libros. Un hombre sabio es inocente, está libre de la experiencia; es internamente sencillo, aunque exteriormente pueda tener todas las cosas de la Tierra o muy pocas.
Interlocutor: La inteligencia, ¿forma el carácter?
K.: ¿Qué entendemos por "carácter"? ¿Y qué entendemos por "inteligencia"? Todos los políticos -ya sean de la variedad de Delhi o el voceador local de ustedes- continuamente usan palabras tales como "carácter", "ideal", "inteligencia", "religión", "Dios". Escuchamos estas palabras con atención absorta porque parecen muy importantes. La mayoría de nosotros vive de palabras; y cuanto más elaboradas y exquisitas son las palabras, más satisfechos nos sentimos. Averigüemos, pues, qué es lo que entendemos por "inteligencia" y qué entendemos por "carácter". No digan que no contesto de una manera definida. Buscar definiciones, conclusiones, es uno de los trucos de la mente y significa que no quieren investigar y comprender, que sólo quieren seguir las palabras.
¿Qué es la inteligencia? Si un hombre está atemorizado, ansioso, si siente envidia, codicia, si su mente copia, imita y está repleta con el conocimiento y las experiencias de otras personas, si su pensar se halla limitado y moldeado por la sociedad, por el miedo, ¿es inteligente un hombre así? No lo es, ¿verdad? ¿Y puede tener carácter un hombre temeroso, no inteligente? -siendo el carácter algo original, no la mera repetición de los tradicionales debes y no debes-. ¿Es carácter la respetabilidad?
¿Entienden lo que significa esa palabra "respetabilidad"? Uno es respetable cuando es estimado, respetado por la mayoría de las personas que lo rodean. ¿Y qué es lo que la mayoría de las personas respetan, qué respetan las personas de la familia, las personas de la masa? Respetan las cosas que ellas mismas desean y que han protegido como una meta, como un ideal; respetan aquello que presumen en contraste con su propio estado inferior. Si uno es rico y poderoso o tiene gran renombre político o ha escrito libros de éxito, es respetado por la mayoría. Lo que uno dice puede ser un completo disparate, pero cuando habla, la gente lo escucha porque lo considera un gran hombre. Y cuando de esa manera te has ganado el respeto de los muchos, el seguimiento de la multitud, eso te da un sentido de respetabilidad, un sentimiento de que has llegado. Pero el así llamado pecador está más cerca de Dios que el hombre respetable, porque el hombre respetable está investido de hipocresía.
¿Es el carácter el resultado de la imitación, de ser controlado por el miedo a lo que la gente dirá o no dirá? ¿Es el mero fortalecimiento de nuestras propias tendencias, de nuestros propios prejuicios? ¿Es el sostenimiento de la tradición, ya sea de la India, de Europa o de América? Eso es lo que generalmente se llama tener carácter: ser una persona fuerte que sostiene la tradición local y así es respetada por los muchos. Pero cuando uno prejuzga, imita, cuando está atado por la tradición, cuando tiene miedo, ¿hay inteligencia, hay carácter? Imitar, seguir, rendir culto, tener ideales... ese camino conduce a la respetabilidad, pero no a la comprensión. Un hombre de ideales es respetable, pero jamás estará cerca de Dios, jamás sabrá lo que es el amor, porque sus ideales son un medio para ocultar su temor, su imitación, su sentimiento de soledad.
Por lo tanto, sin comprendemos a nosotros mismos, sin damos cuenta de todo lo que está operando en nuestra propia mente: cómo pensamos, si estamos imitando, copiando, si tenemos miedo, si estamos buscando el poder, no puede haber inteligencia. Y la que crea el carácter es la inteligencia, no el culto al héroe o la persecución de un ideal. La comprensión de nosotros mismos, de nuestro propio y extraordinariamente complicado yo, es el principio de la inteligencia, la cual revela el carácter.
Interlocutor: ¿Por qué un hombre se siente perturbado cuando otra persona le mira fijamente?
K.: ¿Tú te sientes nervioso cuando alguien te mira?
Cuando un sirviente, un aldeano -alguien a quien consideras inferior- te mira, ni siquiera te enteras de que está ahí, sólo pasas de largo sin hacer caso de él. Pero cuando te miran tu padre, tu madre o tu maestro, te sientes algo ansioso porque ellos saben más que tú y pueden descubrir cosas sobre ti. Yendo un poco más arriba, si algún funcionario del gobierno o algún otro visitante destacado repara en ti eso te complace porque esperas obtener algo de él, un empleo o alguna clase de recompensa. Y si te mira un hombre del cual nada deseas, eres por completo indiferente, ¿verdad? Lo importante, pues, es descubrir qué está operando en tu propia mente cuando alguien te mira, porque la manera como respondes a una mirada o a una sonrisa, significa muchísimo.
Infortunadamente, muy pocos de nosotros nos damos cuenta de todas estas cosas. Jamás reparamos en el mendigo, en la aldeana que lleva su pesada carga, o en el loro que pasa volando. Estamos tan ocupados con nuestros propios pesares, anhelos y temores, con nuestros placeres y rituales, que no somos conscientes de las muchas cosas significativas que hay en la vida.
Interlocutor: ¿No podemos cultivar la comprensión? Cuando constantemente tratamos de comprender, ¿no significa eso que estamos practicando la comprensión?
K.:¿Es cultivable la comprensión? ¿Es algo para practicarse como practicamos el tenis o el piano o el canto o la danza? Podemos leer un libro una y otra vez hasta que estemos completamente familiarizados con él. ¿Es la comprensión como eso, algo para ser aprendido mediante la constante repetición, lo cual es, en realidad, el cultivo de la memoria? ¿Acaso la comprensión no es de instante en instante y, por lo tanto, algo que no puede ser practicado? ¿Cuándo comprendemos? ¿Cuál es el estado de nuestra mente y de nuestro corazón cuando comprendemos algo? Cuando me escuchan decir algo muy verdadero acerca de los celos -que los celos son destructivos, que la envidia es el factor principal de deterioro en la relación humana- ¿cómo responden a ello? ¿Ven instantáneamente la verdad que implica? ¿O comienzan a pensar acerca de los celos, a hablar sobre ellos, a racionalizarlos o analizarlos? ¿Es la comprensión un proceso ya sea de racionalización o de lento análisis? ¿Puede la comprensión ser cultivada como cultivan ustedes un jardín para que produzca frutos o flores? Por cierto, comprender es ver directamente la verdad de algo, sin barrera alguna de palabras, prejuicios o motivos.
Interlocutor: El poder de comprender, ¿es el mismo en todas las personas?
K.: Supongamos que te presentan algo verdadero y ves muy rápidamente la verdad de ello; tu comprensión es inmediata, porque no tiene barreras. No estás lleno de importancia propia, tienes ansia de descubrir, así que percibes instantáneamente. Pero yo tengo muchas barreras, muchos prejuicios, soy celoso, estoy desgarrado por conflictos que se basan en la envidia, estoy lleno de mi propia importancia. He acumulado cosas en la vida y en realidad no deseo ver; por lo tanto, no veo, no comprendo.
Interlocutor: ¿Puede uno eliminar lentamente las barreras por medio del constante intento de comprender?
K.: No. Yo puedo eliminar las barreras, no mediante el intento de comprender, sino solamente cuando siento de verdad la importancia de no tener barreras, lo cual implica que debo estar dispuesto a ver las barreras. Supongamos que tú y yo oímos a alguien decir que la envidia es destructivo. Tú escuchas y comprendes la significación, la verdad de ello y estás libre de ese sentimiento de envidia, de celos. Pero yo no quiero ver la verdad de ello, porque si lo hiciera destruiría toda mi estructura de vida.
Interlocutor: Yo siento la necesidad de eliminar las barreras.
K.: ¿Por qué sientes eso? ¿Quieres eliminar las barreras a causa de las circunstancias? ¿Quieres eliminarlas porque alguien te ha dicho que debes hacerlo? Ciertamente, las barreras son eliminadas sólo cuando ves por ti mismo que tener barreras de cualquier clase crea una mente que se halla en estado de paulatino deterioro. ¿Y cuándo ves eso? ¿Lo ves cuando sufres? ¿Acaso el sufrimiento te despierta a la importancia de eliminar todas las barreras? ¿O por el contrario, te lleva a crear más barreras?
Encontrarás que todas las barreras se derrumban cuando tú mismo estás empezando a escuchar, a observar, a descubrir. No existe una razón para eliminar las barreras; en el momento en que introduces una razón, no las estás eliminando. El milagro, la más grande de las bendiciones, es que des a tu propia percepción interna una oportunidad de eliminar las barreras. Pero cuando dices que las barreras deben ser eliminadas y entonces practicas su eliminación, ésa es la operación de la mente, y la mente no puede eliminar las barreras. Tienes que ver que ningún intento de tu parte puede eliminarlas. Entonces la mente se queda muy quieta, muy silenciosa. Y en este silencio uno descubre aquello que es verdadero.

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