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¿ Existe o no el Virus de Inmunodeficiencia Humana VIH ?
¿Es todo el mundo positivo al VIH?
¿Hay alguien que esté infectado por VIH?
El doctor Roberto Giraldo, profesional experto en pruebas de VIH, observó algo extraño.
Aunque los procedimientos a seguir en las pruebas de anticuerpos del VIH estipulan diluciones muy altas de los sueros de los pacientes, las instrucciones para otras pruebas de anticuerpos víricos exigen muy poca o ninguna dilución.
Giraldo estudió a 83 personas con sueros que cuando se diluyeron mucho, tal y como se especifica, dieron negativo. Sin embargo, cuando no se diluyeron, todos los sueros dieron positivo.
¿Qué puede querer decir esto?
El médico Roberto Giraldo se dio de cuenta de que algo no encajaba al poco de empezar a trabajar en un prestigioso laboratorio de un hospital de la universidad de la Ciudad de Nueva York que realiza análisis de diversos microbios.
Las instrucciones de la prueba de anticuerpos del VIH exige a los trabajadores clínicos diluir en gran medida los sueros (sangre sin células similar al plasma) de los pacientes. Las pruebas de anticuerpos para todos los demás virus exigen poca o ninguna dilución.
¿Qué justificacion había para tal extrema dilución? Giraldo preguntó a colegas y técnicos de laboratorio, envió mensajes electrónicos a expertos en todo el mundo, telefoneó a representantes de las compañías que fabrican las pruebas del VIH, y realizó rigurosas búsquedas bibliográficas. Pero no encontró respuestas.
Y lo que es peor, a nadie le interesaron sus preguntas ni lo más mínimo, a excepción de aquellos que rechazan la hipótesis de que el VIH provoca el sida. Pero ni siquiera estos supieron responderle.
Giraldo se preguntó entonces que pasaría si estudiase los sueros de los pacientes que daban seronegativo después de diluirlos en tal unusual medida, siguiendo las instrucciones. ¿Qué pasaría si tratase esos sueros según las normas habituales de pruebas de anticuerpos? Dicho de otro modo, ¿Qué pasaría si analizase de nuevo a pacientes oficialmente seronegativos utilizando suero sin diluir?. Los sueros que dieron negativo
cuando se diluyeron ¿Darían positivo si no se diluyeran? Su investigación reveló que nadie hasta entonces se había planteado estas preguntas, así que se dispuso a ponerlas a prueba el mismo.
De acuerdo con un informe que escribió para un número de invierno de 1998-1999 de la revista Continuum (www.virusmyth.com), que publicaba artículos sobre el replanteamiento del sida, Giraldo analizó sueros no diluidos provenientes de 83 personas oficialmente seronegativas.
Para su sorpresa, todos y cada uno de los sueros sin diluir dieron positivo. Giraldo afirma que este descubrimiento representa otra paradoja funesta más en la explicación del sida a través del VIH.
Perfil del doctor Giraldo
Giraldo es un experto en medicina interna y enfermedades infecciosas. Obtuvo su doctorado en medicina en su nativa Colombia y una licenciatura superior en enfermedades infecciosas en la Universidad de Londres (RA, abril 1997).
También fue jefe del departamento de biología en una importante facultad médica de Colombia. Durante los últimos seis años, ha trabajado en un laboratorio de inmunología clínica de una importante facultad médica de la ciudad de Nueva York. (RA no revelará el nombre de la universidad para proteger a Giraldo de las habituales repercusiones profesionales que experimentan aquellos que expresan opiniones científicas que ponen en duda la muy popular y económicamente rentable hipótesis de que el VIH causa el sida).
Las responsabilidades diarias de Giraldo son, entre otras, la realización de las pruebas de diagnóstico
del VIH, a saber, ELISA y los distintos Western blot -que detectan los anticuerpos que neutralizan las presuntas proteínas del VIH-, así como la dudosa prueba de la “carga vírica” -que detecta y amplía cantidades insignificantes de partes diminutas del presunto genoma del VIH.
Hace ya tiempo que Giraldo se cuestiona la validez de tales pruebas, y ataca la interpretación oficial según la cual un resultado positivo indica la presencia de una infección de VIH.
Considera injustificado el diagnóstico de infección de VIH por medio de la aplicación de estas pruebas.
Las altas diluciones dieron la pista a Giraldo
“La insólitamente alta dilución del suero -400 veces en el ELISA y 50 veces en el Western blot- me sorprendió cuando estaba aprendiendo a realizar las pruebas”, dice Giraldo. “La mayoría de las pruebas serológicas que buscan la presencia de anticuerpos contra gérmenes utiliza suero sin diluir, llamado “limpio” o “puro”. Por ejemplo, los ELISAs que buscan anticuerpos de hepatitis A y B, rubeóla, virus histoplasma o criptococo, o bacterias de la sífilis, por nombrar unos pocos, utilizan suero puro”.
“No obstante, los ELISAs para anticuerpos contra algunos gérmenes sí requieren suero ligeramente diluido. Por ejemplo, los ELISAs que buscan anticuerpos de virus de sarampión, varicela y paperas utilizan una dilución de 1:16; para el citomegalovirus (CMV), 1:20; y para el virus Epstein-Barr, 1:10”. Presumiblemente, estas ligeras diluciones aumentan la precisión de los resultados positivos a la hora de identificar a personas que realmente tienen infecciones activas, y de los resultados negativos en la identificación de personas que, en realidad, no tienen infecciones activas.
Sin embargo, con las pruebas del VIH, no existen datos referentes al aislamiento que justifiquen o expliquen esos niveles de dilución.
“Durante años busqué en la literatura científica y estudié la documentación de los fabricantes con la esperanza de encontrar la razón por lo que exijen diluciones tan altas”, afirma Giraldo.
“Incluso hablé por teléfono con representantes de los fabricantes de las pruebas. La respuesta que solía darse con mayor aplomo es que “las pruebas están estandarizadas de esa manera”, lo que me lleva a concluir que sólo los miembros del laboratorio del NIH (Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos) de Robert Gallo, que diseñaron estas pruebas y las introdujeron en 1984 (Science, 4 mayo), pueden responder a la pregunta: ¿Porqué diluir?”.
“Empecé también a cuestionar los términos “positivo” y “negativo” que se utilizan para describir los esultados de las pruebas de anticuerpos”, recuerda. Todo aquel que haga estas pruebas para cualquier microbio u otros antígenos sabe que los resultados no son como un interruptor que se enciende y se apaga. El suero de algunas personas reacciona ligeramente, pero no lo suficiente como para poder ser considerado “positivo”. Y entre aquellas cuyo suero reacciona con la suficiente contundencia para ser calificado de “positivo”, en algunos casos el suero reacciona más que en otros”.
Giraldo buscó la literatura médica que justificase la aplicación de las pruebas ELISA y Western blot para el VIH.
Aunque los estudios de aislamiento son los que establecen los procedimientos de análisis en el caso de otros virus, Giraldo no encontró ningún dato concerniente al aislamiento del VIH.
Tampoco encontró ninguna otra justificación para los niveles misteriosamente altos de dilución del suero, ni tampoco para el nivel de luminosidad requerido para anunciar una reacción positiva, para la variedad de reacciones proteínicas que forman un “positivo” en el Western blot, o para la no utilización de pruebas de antígenos del VIH.
Sus estudios desvelaron el trabajo de un equipo de investigación australiano dirigido por la biofísica Eleni Papadopulos-Eleopulos.
Eleopolus ha buscado exhaustivamente datos de aislamiento que justifiquen las pruebas del VIH, pero no ha encontrado ninguno (RA, junio/julio/agosto 1997). Su trabajo movió a otro investigador, Etienne de Harven, pionero en aislamiento de virus, a examinar de cerca el problema; llegó a la misma conclusión que la
doctora australiana (RA, nov./dic. 1998).
El experimento de Giraldo
“Mi curiosidad me llevó a realizar un experimento en un laboratorio médico de Yorktown Heights, Nueva York. Lo primero que hice fue tomar muestras de mi propia sangre, la cual, a la misteriosamente estipulada dilución de 1:400, reaccionó de forma negativa. Después, hice pasar otra vez las mismas muestras de suero por la prueba, pero esta vez a 1:1 (sin diluir). Analizados de forma normal, mis sueros reaccionaron de forma positiva todas las veces”.
“A continuación, analicé el suero sin diluir de otras personas cuyos sueros, altamente
diluidos (como especifican las instrucciones), dan VIH-negativo, como los míos. Obtuve los sueros de 83 personas oficialmente VIH-negativas.
Pude confirmar que al alto nivel de dilución estipulado, todas las muestras dieron
negativo. Pero cuando se analizaron en forma pura (sin diluir), todas las muestras dieron
positivo, como las mías”.
“Debo mencionar que, con la excepción de mi propia sangre, todas las muestras de los
pacientes provenían de médicos que les habían pedido que se hiciesen las pruebas del VIH. En mi experiencia, esto significa, por lo general, que el paciente pertenece a un grupo considerado oficialmente de riesgo de SIDA (homosexuales o usuarios de drogas por vía intravenosa)”.
Giraldo también consideró las cantidades de anticuerpos que revelaban los resultados de las pruebas. “Según la documentación del laboratorio Abbott”, dice, “el valor de absorción (intensidad del color amarillo) se desarrolla en proporción a la cantidad de anticuerpos al VIH-1.
Observé que los valores de absorción de los espécimenes que dieron negativo cuando se diluían (1:400) y, sin embargo, daban positivo cuando no se diluían (1:1), tenían niveles de absorción inferiores a las muestras que, diluidas a la cantidad especificada, reaccionaban positivo en ambas pruebas, el ELISA y el Western
blot. Esto probablemente significa que la sangre que da negativo cuando se diluye, pero da positivo
cuando no se diluye, tiene un nivel de anticuerpos más bajo que la sangre diluida que, sin lugar a dudas, da positivo”.
En consecuencia, todas las personas, al parecer, podrían tener cierta cantidad de “anticuerpos del VIH” en su sangre. Y, por lo tanto, hasta cierto punto, podría ser que todo el mundo fuese “VIH-positivo”. ¿Qué supondría esta revelación?
Las implicaciones
Aplicando las diluciones del suero estipuladas a nivel oficial, muy pocos norteamericanos dan positivo a los anticuerpos que neutralizan las presuntas proteínas del VIH (RA, julio Revista de Medicinas complementarias. Medicina Holística. Nº 67 139 1996). Entre los norteamericanos, en general, sólo uno de cada 260, aproximadamente, dan positivo. Esa cifra desciende drásticamente a sólo uno de cada 7.500 si se excluyen las miembros de grupos de riesgo. Sólo cuando se consideran de forma exclusiva los miembros de los grupos de riesgo, la cantidad se vuelve significativa.
En torno a la mitad de todos los homosexuales y usuarios de drogas por vía intravenosa de las grandes ciudades dan positivo, al igual que el 75% de todos los hemofílicos (RA, nov.
1997). Y se dice que el 10-20% de las poblaciones generales de varios países africanos son VIH-positivas.
Las cifras son incluso más altas entre los miembros de grupos de riesgo que desarrollan cualquiera de las enfermedades que componen la definición oficial de sida. Entre la mezcla de heterosexuales africanos y homosexuales con estas enfermedades, el 88% dan positivo, según los datos iniciales de Gallo en 1984 (Science, 4 mayo). Más recientemente, los datos analizados en 1995 por el retrovirólogo de UC-Berkeley,
Peter Duesberg (Genetica 95), muestran que el 82% de los homosexuales con estas enfermedades
dan positivo.
A la luz de estos datos, que sugieren que quizás todo el mundo tenga cierta cantidad de “anticuerpos del VIH” en la sangre, Giraldo ha encontrado una explicación razonable por la que Gallo estableció en su día esas normas de análisis en el ELISA y el Western blot: resulta que se correspondían con un alto nivel de éxito a la hora de identificar miembros de los grupos de riesgo de sida, especialmente aquellos que tienen
enfermedades de sida, además de distinguirlos de las personas con pocas probabilidades de pertenecer a los grupos de riesgo o de sufrir enfermedades de sida.
Al incluir la dilución drástica del suero antes de analizarlo y la utilización de un nivel de luminosidad especial en las normas oficiales de análisis, los resultados positivos se dan sólo en gente que posee niveles muy altos de estos anticuerpos.
Sin embargo, el suero no diluido reaccionará de forma positiva incluso en gente que da negativo cuando su suero se diluye siguiendo las especificaciones. Giraldo tiene la hipótesis de que los sueros de diferentes personas reaccionarían de forma positiva según cantidades diferentes de dilución. Las personas con grandes
cantidades de estos anticuerpos reaccionarán positivamente incluso con los altísimos índices de dilución especificados por las instrucciones oficiales. Otras personas tendrían sólo la cantidad suficiente de estos anticuerpos para causar una reacción si su suero fuese diluido a un nivel intermedio. Otras con niveles muy
bajos de estos anticuerpos sólo darían resultados positivos en las pruebas si sus sueros no se diluyesen
en absoluto.
El equipo de Gallo diseñó y patentó estas pruebas con el objetivo de identificar a personas que sufriesen o tuviesen posibilidades de sufrir enfermedades del sida. Gallo supuso -aunque no lo probó- que estas pruebas también identificarían las infecciones provocadas por un virus común a esas enfermedades. El equipo de Gallo estableció normas de análisis que en su ensayo produjeron un 88% (43 de 49) de resultados positivos
entre las personas de los grupos de riesgo que tenía enfermedades del sida, un 79% (11 de 14) entre las personas de los grupos de riesgo en estado “pre-sida”, un 40% (9 de 22) entre las personas de grupos de riesgo que no tenían enfermedades de sida, y menos de un 1% (1 de 164) entre las personas sin sida que no pertenecían a ninguno de los grupos de riesgo oficiales.
Eso quiere decir que la batería de pruebas de anticuerpos diseñada por Gallo -que es la misma que se utiliza hoy en día para determinar el “nivel de VIH”- identifica con bastante precisión a las personas que pertenecen a los grupos de riesgo de sida, especialmente aquellas que tienen enfermedades de sida. Pero ningún dato demuestra que esta batería de pruebas identifique con exactitud a personas que tienen infecciones provocadas por un virus determinado.
Según Giraldo, Eleopulos y de Harven, los investigadores no han conseguido establecer un índice de éxito en el aislamiento de una especie vírica proveniente de personas que dan positivo en las pruebas ELISA y Western blot para anticuerpos del VIH.
Por lo tanto, en cuanto a que estas pruebas se utilicen como se está haciendo para identificar personas con infección de VIH, Giraldo concluye que hay nada que justifique los altos niveles de dilución, los criterios de luminosidad que determinan las reacciones positivas, el dar preferencia a las pruebas de anticuerpos sobre las de antígenos, o la serie de reacciones que determinan un “positivo” en el Western blot.
Más experimentos y la carga vírica
Giraldo reconoce que hay muchas preguntas importantes sin responder. Por ejemplo, no estudió las pruebas del Western blot o de la “carga vírica” para el VIH.
“Al no tener ningún tipo de financiación para realizar esta investigación”, dice Giraldo, “sólo he podido estudiar el ELISA para el VIH, y no tan a fondo como me hubiera gustado. Debido a que las pruebas Western blot para el VIH utilizan las mismas proteínas que las pruebas ELISA para el VIH, y que también requiere una dilución inusualmente alta -aunque sólo del 1:50-, creo que obtendría los mismos resultados
si lo estudiase de la misma manera. Sin embargo, no he tenido la oportunidad de poner a prueba esta hipótesis. Espero reunir el dinero suficiente para poder estudiar el ELISA-VIH más exhaustivamente, y para estudiar la prueba de anticuerpos del Western blot-VIH utilizando el mismo proceso”.
“También me gustaría estudiar la prueba de la carga vírica del VIH”, que también conlleva la dilución del suero, así como otras paradojas importantes (RA, oct. 1996). Entre ellas, la más importante es que, al igual que las pruebas ELISA y Western blot para el VIH, no se ha establecido la precisión de la prueba de la carga vírica por medio del único método válido que existe: el aislamiento del virus.
La opinión de Giraldo es que la prueba de la carga vírica se inventó específicamente como forma de evidenciar grandes cantidades de ARN de VIH de forma artificial, en circunstancias en las que los métodos convencionales establecen de forma precisa que no hay ninguno o casi ninguno.
Explicaciones no VIH por orden
Al no haber aislamientos de VIH documentados en la literatura y al haber Eleopulos, y otros, demostrado que el sida se distribuye epidemiológicamente, al contrario que las enfermedades contagiosas (Duesberg, “Inventing the AIDS Virus”), Giraldo mira más allá de la explicación vírica para tratar de entender las reacciones positivas que se dan en las “pruebas del VIH”. Se remite al trabajo de Eleopulos. A esta científica le parece que los supuestos componentes del VIH de los que parten las “pruebas del VIH” son componentes normales de la constitución humana, lo cual no podría ser si el “material del VIH” utilizado en estas pruebas hubiese sido extraído de aislados de VIH -es decir, de muestras que consistiesen enteramente de objetos con forma de virus y que se comportasen como tales-. Sin embargo, Eleopulos descubrió que todas las muestras presentadas en la literatura médica como “aislados de VIH” la mayoría consisten en material claramente no vírico, mezclado con una población minoritaria de objetos etiquetados como VIH. Y esos objetos, sostiene Eleopulos, se ajustan a la descripción de “microvesículas” celulares corrientes, no de virus. Además, no encuentra datos que excluyan la posibilidad de que el material “aislado de VIH” sean componentes celulares normales.
El retrovirólogo pionero de Harven esta de acuerdo con esta valoración.
En consecuencia, a Giraldo le parece que las pruebas de anticuerpos del VIH evidencian una exposición a factores que aumentan la producción de anticuerpos que reaccionan con las proteínas encontradas en muestras erróneamente etiquetadas como “aislados de VIH”. Estos pueden incluir una serie de factores identificados por Eleopulos y otros como posibles causas del sida: consumo de narcóticos, tratamientos de la hemofilia, transfusiones y los estados que las hacen necesarias, así como diversos aspectos de la pobreza en el Tercer Mundo.
Giraldo no tiene ninguna hipótesis preliminar sobre lo que la prueba de la “carga vírica” puede indicar, porque todavía no la ha estudiado.
Los experimentos que propone ayudarían a explicar lo que esas pruebas significan. Una cosa es cierta: los datos existentes no confirman la hipótesis de que las pruebas del VIH, sea cual sea, que dan positivo indican la presencia de algún tipo de infección vírica. Giraldo sostiene que quizás todo el mundo produzca cierto nivel de anticuerpos contra las supuestas proteínas del VIH, pero no tiene motivo alguno para concluir que ninguna persona tenga infección de VIH, sea VIH-positivo o no.
Sobre las pruebas ELISA y Western blot
Para apreciar las conclusiones de Giraldo hay que entender las técnicas del ELISA y el Western blot.
Tanto el ELISA como el Western blot detectan proteínas, sean anticuerpos o antígenos.
Los antígenos son proteínas extrañas -tales como las que pertenecen a virus- que el sistema inmune detecta para su destrucción. Una de las formas que tiene el sistema inmune de destruir antígenos es por medio de la producción de anticuerpos que se acoplan a ellos y los “neutralizan”. Un virus determinado puede contener unas diez proteínas diferentes, las cuales se ven expuestas al sistema inmune. Cada una de estas proteínas desencadena la producción de diferentes especies de anticuerpos, de la misma manera que una puerta con diez cerrojos requiere diez llaves distintas para abrirse.
ELISA quiere decir “Enzyme-Linked Immunosorbent Assay” (Ensayo de Inmunoabsorción de Asociación Encimática). Unas enzimas especiales unidas a las proteínas de análisis se iluminan a intensidades dependientes de la cantidad de proteína detectada en el suero.
Las pruebas Western blot funcionan de forma similar, si bien, al contrario que las ELISA, que reunen a las diferentes especies de proteínas de análisis, las Western blot separan las diferentes especies de proteínas de análisis en distintas bandas, según sus pesos moleculares. Así, aunque una prueba ELISA positiva indica que el suero contiene proteínas objetivo que reaccionan al menos con una proteína de análisis, no puede determinar cuántas o qué especies de proteínas de análisis han reaccionado.
Las pruebas Western blot sí pueden.
(La palabra “Western” hace honor al científico que desarrolló la técnica, utilizada por primera vez para el ADN. El procedimiento del ADN se llama “Southern blot”, según el apellido del científico, y cuando se emplea para el ARN, el procedimiento se denomina “Northern blot”).
Estas pruebas son baratas, fáciles de utilizar y sustitutos del único método válido que se conoce para determinar si una persona está activamente infectada con un microbio: el aislamiento del microbio a partir del tejido fresco del paciente. En el caso de un microbio que infecte a las células inmunes, como se dice que es el caso del VIH, significaría aislar el VIH a partir de sangre fresca.
La precisión de estas pruebas se determina por medio de la obtención de resultados positivos en personas de las que se han podido obtener aislamientos (sensibilidad), y de la obtención de resultados negativos en personas de las que no se han podido obtener aislamientos (especificidad).
Establecimiento de parámetros en las pruebas
La reactividad de una única proteína objetivo hace que una prueba ELISA sea considerada positiva, y una prueba Western blot positiva no exige una reacción en todas las proteínas objetivo -no si los datos de aislamiento microbiano muestran que una cierta combinación de reacciones positivas se corresponden con una precisión máxima en la identificación de las personas que están activamente infectadas de ese microbio y de las que no lo están.
Giraldo hace hincapié en algo que las mayoría de los profesionales del VIH pasan por alto y que tiene un papel decisivo en su investigación: las pruebas ELISA y Western blot no son sólo cualitativas (indican la presencia de proteínas objetivo en el suero), sino que también son cuantitativas (indican la cantidad de proteínas objetivo presente en el suero). Ambas pueden medir la cantidad de proteínas objetivo en el suero por medio de la intensidad de las reacciones a las pruebas, que se determina por medio de las luminosidades registradas.
Las instrucciones para las pruebas ELISA y Western blot especifican qué nivel de luminosidad constituye una reacción positiva, y nos dicen que ese nivel varía según el microbio que se esté analizando. Esto hace que surja la pregunta: ¿A qué nivel de luminosidad se considera “positiva” cierta luminosidad? La respuesta está, como siempre, en el aislamiento del microbio. Sólo los datos de aislamiento pueden determinar de forma lógica los niveles de luminosidad que en el ELISA y el Western blot distinguirán de forma inequívoca quién tiene una infección activa de un microbio determinado y quién no.
Las pruebas ELISA y Western blot pueden analizar tanto los antígenos como los anticuerpos, dependiendo de lo que el equipo en cuestión contenga. Las pruebas de antígenos contienen anticuerpos que reaccionan si el suero contiene antígenos (las proteínas del virus, en el caso de una prueba vírica); las pruebas de anticuerpos contienen antígenos que reaccionan si el suero contiene anticuerpos. Por lo tanto, las pruebas
de anticuerpos del VIH contienen presuntas proteínas del VIH, que son los antígenos víricos. Reaccionan a un suero que posee anticuerpos que neutralizan estos antígenos. Lo que se llama “prueba del VIH” consiste en una batería de pruebas de anticuerpos administradas de forma secuencial, dos ELISA seguidas de al menos una Western blot.
Tanto las pruebas de anticuerpos como las de antígenos pueden ser indicadores fiables y válidos de la presencia de infecciones víricas. Pero sólo el aislamiento del virus puede demostrar si alguna de las pruebas identifica certeramente quién tiene una infección vírica activa y quién no.
Existen pruebas ELISA y Western blot para anticuerpos y antígenos del VIH. Pero las pruebas de antígenos del VIH no se utilizan para diagnosticar infecciones de VIH. Al igual que las preguntas de Giraldo en torno a los niveles de dilución inusualmente altos utilizados en las pruebas del VIH, tampoco nadie ha explicado nunca por qué no se utilizan las pruebas de antígenos del VIH para diagnosticar infecciones de VIH. No
obstante, la literatura técnica es muy clara al respecto: aunque muchos miembros de los grupos de riesgo, incluyendo la mayoría de los que padecen enfermedades del “sida”, dan positivo a la prueba de anticuerpos del VIH, sólo los que tienen enfermedades del “sida” muestran una tendencia a dar también positivo en la prueba de antígenos (Piatak, Science 259, 1993). En consecuencia, mientras que las pruebas de anticuerpos del VIH identifican como positivas a muchas personas sanas, las pruebas de antígenos no.
Giraldo sostiene que incluso la dilución del suero puede ser un método válido y producir resultados fiables, pero, una vez más, sólo si la dilución se ha establecido a través del aislamiento, con vistas a aumentar la precisión.
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