miércoles, 30 de diciembre de 2009

La ley de atracción por: Camilo cruz "Capitulo 9"

El camino al éxito y la felicidad personal


"Ciertamente el mundo nos devuelve lo que depositemos en él. Si reímos también ríe, y si lloramos aparece el reflejo con triste semblante". Orison Swett Marden

Si nos preguntaran cuales son las tres cosas que con mayor anhelo deseamos atraer a nuestra vida, la gran mayoría respondería: salud, riqueza y felicidad; pero si la pregunta se enfocara en la mayor de las tres, con seguridad, la mayoría escogería la felicidad.
En el primer capítulo veíamos como todo ser humano anda en la eterna búsqueda de la felicidad. Todos nos esforzamos en mejorar nuestras condiciones de vida, en vivir con mayor desahogo y en librarnos de tareas duras, creyendo que todo esto nos dará la felicidad. Pero lo cierto es que quien ha salido en busca de la felicidad ha descubierto que es imposible hallarla si va detrás de ella, porque ésta surge de las acciones correctas y el corazón generoso, y no es el resultado de perseguirla hasta acorralarla. Sin integridad, generosidad y rectitud de pensamiento, ni la más grande riqueza nos proporcionará felicidad. Muchos han sido los que al no actuar con rectitud son infelices, a pesar de tener satisfechas todas sus necesidades materiales. En cambio, han sido muchas las personas que aún frente a muy adversas circunstancias encontraron felicidad, sólo por haber obrado con justicia.
Todos creemos que encontraremos la verdadera felicidad si logramos atraer y procurar mayores comodidades, o alcanzar una mejor posición que la que tenemos. Pero lo cierto es que la felicidad no es el resultado de satisfacer nuestros apetitos y deseos, sino que es fruto del esfuerzo noble y de la vida útil.
La felicidad aparece cuando decimos una palabra afectuosa a quien necesita oírla, cuando actuamos de manera noble o tenemos un impulso generoso. La sentimos con cada pensamiento recto, con cada palabra o acción compasiva, así no la estemos buscando. Nuestro error está en que la buscamos donde no existe: en lo transitorio y perecedero. Ella surge de dar y entregar, no de recibir y retener. Quien ande en busca de la felicidad, debe recordar que dondequiera que vaya sólo logrará atraer lo que haya llevado consigo. Es imposible encontrar a nuestro alrededor algo que no se encuentre en nuestro interior.
Sin querer decir que está mal desear gozar de un mejor estilo de vida, debemos recordar que jamás seremos felices atesorando riquezas, por valiosas que sean, ya que lo que el ser humano es, y no lo que tiene, es lo que labra su felicidad o su infortunio.
El corazón humano siempre está hambriento; pero la infelicidad es el hambre de adquirir, mientras que la felicidad es el ansia de dar.
Ésta es quizás una de las consecuencias más importantes de la ley de la atracción: La felicidad es el premio de los servicios prestados a nuestros semejantes, del esfuerzo por desempeñar nuestro papel y cumplir nuestro deber con el mundo. Se deriva del deseo de ser útil, de mejorar el mundo de modo que haya menos penas en él a causa de nuestros esfuerzos. Las palabras de aliento, la ayuda no solicitada pero oportuna, el trato amable, los deberes fielmente cumplidos, los servicios desinteresados, la amistad, el afecto y el amor, son sentimientos y actitudes que, no obstante su sencillez, nos ayudan a atraer hacia nosotros la paz y la felicidad que pocas otras cosas nos pueden proporcionar.

La visión y los ideales crean tu realidad

Valora tu visión y tus ideales; valora la música que mueve tu corazón y los sueños que se forman en tu mente. Si te mantienes fiel a ellos, crearás las condiciones propicias y el ambiente favorable para construir tu mundo. Pocas cosas te permitirán atraer la felicidad y el éxito a tu vida de la manera que lo hace el saber que estás viviendo una vida con propósito. Es casi imposible encontrar una persona en un estado de profunda angustia o depresión, que esté persiguiendo activamente sus sueños y metas con valor y deseo. Una vida guiada por nobles ideales no es terreno fértil para los pobres hábitos y las emociones negativas.
De igual manera, los deseos mezquinos no pueden ser gratificados, ni las aspiraciones puras morir sin recompensa. Esto iría contra las leyes naturales. Sueña nobles sueños y te convertirás en el producto de dichos sueños. Tu visión es la promesa de lo que un día serás. Tu ideal es la profecía de lo que un día llegarás a revelar. Si tus circunstancias no son de tu agrado, tú puedes cambiarlas, concibiendo un gran ideal y luchando por alcanzarlo.
Imagínate a un joven oprimido por la pobreza; confinado a largas horas de trabajo en un lugar insalubre, con pocas o ninguna oportunidad de ascenso; sin estudios, y sin haber desarrollado ningún talento o habilidad especial.
Sin embargo, él sueña con cosas mejores. Concibe y crea con su mente una condición de vida ideal. Con el tiempo, esta visión de una mayor libertad y un nivel de vida más elevado toman posesión de él; el apremio y la urgencia lo impulsan a actuar, y utiliza todo su tiempo y sus medios en el desarrollo de los poderes y talentos que se encuentran dentro de sí.
Muy pronto su nuevo estado mental hace que aquel taller donde trabaja no pueda retenerlo más. Se ha convertido en algo tan fuera de armonía con sus pensamientos que, finalmente es descartado como quien se deshace de un par de zapatos viejos, y, al aumentar las oportunidades que encajan con su creciente poder, sus circunstancias pasadas dejan de ser parte de su realidad para siempre.
Años más tarde, este joven se convierte en un hombre, dueño de poderes mentales inigualables que aprovecha y que al ser utilizados le permiten crear una influencia que se expande a través de todo el mundo. En sus manos toma las riendas de responsabilidades gigantescas; cuando habla transforma vidas; hombres y mujeres utilizan sus ideas para moldear con ellas su propio carácter.
Ahora es como un eje luminoso alrededor del que giran innumerables destinos. Ha podido influenciar muchas vidas, y su ejemplo ha sido seguido por otros, todo como resultado de haber perseguido con entusiasmo la visión y los ideales de su juventud. Esto es lo que puede suceder si aceptas el reto de salir tras tus propios ideales.

El espíritu de gratitud: fuente de prosperidad

A lo largo de los capítulos anteriores hemos visto, una y otra vez, que el primer paso para atraer hacia nosotros una vida de éxito y prosperidad requiere formar en nuestra mente una idea clara de lo que deseamos lograr. Una vez hecho esto debemos comunicarla al universo y reclamarla con fe en que sucederá.
Sin embargo, para que funcione es necesario desarrollar una relación armoniosa con el universo. Y esta relación armoniosa, y el proceso mental de ajuste y sintonía que requiere puede ser resumido en una sola palabra: Gratitud.
La falta de gratitud mantiene en la pobreza incluso a aquellas personas que han organizado sus vidas correctamente en todos los otros sentidos. La persona agradecida atrae hacia sí la riqueza con mayor facilidad que la que nunca se detiene a agradecer nada. Entre más agradecidos estemos por todas las cosas buenas que nos llegan, más habremos de recibir, y más rápido, ya que la actitud de agradecimiento nos acerca a la fuente de donde provienen las riquezas.
La gratitud mantiene tu mente en una armonía más cercana con las energías creativas del universo. Si lo consideras con detenimiento verás que es verdad. Las cosas buenas que tienes te han llegado obedeciendo ciertas leyes. La gratitud llevará tu mente hacia aquello que origina la riqueza, te mantendrá en armonía cercana con el pensamiento creativo y te advertirá cuando estés a punto de caer en el pensamiento errado.
Siguiendo el postulado de la ley de la causa y el efecto es fácil ver que la gratitud que tu mente exprese por cualquier cosa y hacia cualquier persona, no sólo llegará a su destino, sino que generará una respuesta instantánea hacia ti. Si tu gratitud es fuerte y constante, la respuesta será igual; el movimiento de las cosas será siempre hacia ti.
Pero el valor de la gratitud no sólo consiste en que logra conseguirte más cosas en el futuro. Sin ella es imposible experimentar total satisfacción con las cosas como son actualmente.
Si permites que tu mente se sumerja en la desesperación de las angustias de la vida cotidiana, empiezas a dudar y a perder la firmeza. Cuando fijas tu atención en lo pobre, lo débil y lo malo, tu mente toma la forma de estos elementos negativos. Como resultado de ello, lo pobre, lo débil y lo malo se sentirán atraídos hacia ti. Si le permites a tu mente que se sumerja en lo inferior, te volverás inferior y te rodearás de cosas inferiores. Pero, si te fijas en lo mejor, te rodearás con lo mejor, y serás lo mejor.
También, la fe crece con la gratitud. La mente agradecida siempre espera cosas buenas, y esta esperanza engendra fe. La actitud de gratitud produce una mayor fe, y cada vez que agradecemos la aumentamos. Quien no tiene sentimiento de gratitud no puede mantener la fe, y sin ella no prospera.
Por lo tanto, es necesario cultivar el hábito del agradecimiento por todo lo bueno que ocurre en nuestras vidas, y hacerlo continuamente.

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