domingo, 28 de octubre de 2012
¿ Por que aceptamos la autoridad ?
Nuestra vida no se halla en la superficie solamente; la mayor
parte de ella está escondida a toda observación accidental. Si quisiéramos que
nuestros temores ocultos salieran a la luz y se disolvieran, la mente
consciente debería estar algo tranquila, y no eternamente ocupada; entonces,
según estos temores van saliendo a la superficie, deben ser observados sin
estorbo ni obstáculo, porque cualquier acto de condonación o justificación sólo
aumenta el temor Para sentirnos libres de todo temor, debemos estar prevenidos
ante su tenebrosa influencia, pues sólo una constante vigilancia puede revelar
sus muchas causas.
Uno de los resultados del miedo es la aceptación de la autoridad
en los asuntos humanos. Creamos la autoridad con nuestro deseo de verdad, de
seguridad, de comodidad, de evitar conflictos y confusiones conscientes; pero
nada que sea resultado del miedo puede ayudarnos a entender nuestros problemas,
aunque el miedo asuma apariencia de respeto y sumisión a los llamados sabios.
Los sabios no hacen uso de la autoridad, y los que tienen autoridad no son
sabios. El miedo en cualquier forma impide que nos entendamos nosotros mismos y
nuestras relaciones con las cosas.
Seguir una autoridad es la negación de la inteligencia. Aceptar la
autoridad es someternos al dominio, subyugarnos a un individuo, a un grupo o
una ideología, ya sea religiosa o política; y este sometimiento de uno mismo a la
autoridad es la negación, no sólo de la inteligencia, sino también de la
libertad individual. La sumisión a un credo o a un sistema de ideas es una
reacción de protección propia. La aceptación de una autoridad puede ayudarnos
temporalmente a disimular nuestras dificultades y problemas; pero el evadir un
problema sólo sirve para intensificarlo, y en este proceso la autocomprensión y
la libertad se abandonan.
¿Cómo puede haber transacción entre la libertad y la aceptación de
la autoridad? Si hay transacción, entonces los que dicen que buscan su propio
conocimiento y libertad no son sinceros en su esfuerzo. Parece que pensemos que
la libertad es el fin último, una meta, y que para llegar a ser libres debemos
primero someternos a varias formas de supresión e intimidación. Esperamos
alcanzar la libertad por medio de la sumisión; pero, ¿no son los medios tan
importantes como el fin?, ¿no son los medios los que determinan el fin?
Para tener paz uno debe emplear medios pacíficos; porque si los
medios son violentos, ¿cómo es posible que el fin sea pacífico? Si el fin es la
libertad, el principio debe ser libre, porque el fin y el principio son uno.
Sólo puede haber autoconocimiento e inteligencia cuando hay libertad desde el
primer momento, y se niega la libertad cuando se acepta la autoridad.
Reverenciamos la autoridad en varias formas: conocimiento, éxito,
poder, etc. Ejercemos autoridad sobre los jóvenes y al mismo tiempo tememos a
la autoridad superior. Cuando el hombre mismo no tiene visión interna, el poder
externo y la posición social asumen enorme importancia, y entonces el individuo
está cada vez más sujeto a la autoridad y a la coacción, se convierte en
instrumento de otros. Podemos ver que esto está sucediendo constantemente a
nuestro alrededor: en momentos de crisis, las naciones democráticas actúan como
las totalitarias, olvidándose de su democracia y obligando al hombre a
someterse a sus designios.
Si podemos entender la compulsión que hay tras nuestros deseos de
dominio o de sumisión, entonces tal vez podemos libertarnos de los efectos
perjudiciales de la autoridad. Ansiamos tener seguridad, razón, éxito,
sabiduría, etc., y este anhelo de seguridad, de permanencia, crea en nosotros
la autoridad de la experiencia personal, mientras que exteriormente crea la
autoridad de la sociedad, de la familia, de la religión y así sucesivamente.
Pero meramente ignorar la autoridad, librarnos de sus símbolos externos es de
muy poca significación.
Abandonar una tradición y aceptar otra, dejar un líder para seguir
otro, es sólo un gesto superficial. Si hemos de compenetrarnos bien de todo el
proceso de la autoridad, si hemos de ver su esencia, si hemos de entender y
trascender el deseo de seguridad, entonces debemos tener amplio entendimiento e
intuición, debemos ser libres, no al fin, sino al principio.
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