sábado, 23 de marzo de 2013
La verdadera felicidad es in-causada.
Ocurre con la caridad lo mismo que con la felicidad y la santidad: no
puedes decir que eres feliz porque dejarás de serlo en el momento que
seas consciente de tu felicidad. Lo que tú llamas "experiencia de la
felicidad" no es tal, sino la emoción y el estremecimiento causados por
una persona, una cosa o un acontecimiento.
La verdadera felicidad es
in-causada. Eres feliz sin razón alguna. Y la verdadera felicidad no
puede ser experimentada. No pertenece al ámbito de la consciencia
sino el de la espontaneidad.
Lo mismo puede decirse de la santidad. En el momento en que seas
consciente de tu santidad, ésta se degradará y se convertirá en
santurronería. Una buena acción nunca es tan buena como cuando no
tienes consciencia de que lo sea; cuando estás tan enamorado de la
acción que no eres consciente de su bondad y su virtud; cuando tu
mano izquierda no tiene ni idea de que tu mano derecha esté haciendo
algo bueno o meritorio; cuando, simplemente, lo haces porque te
parece lo más natural y espontáneo del mundo.
Emplea algún tiempo
en tomar consciencia de que toda la virtud que puedas observar en ti
no es virtud en absoluto, sino algo que has cultivado, producido y
hecho madurar en ti de manera artificial. Si fuera auténtica virtud, la
habrías tenido siempre y plenamente, y te resultaría tan natural que ni
siquiera se te ocurriría pensar en ella como en una virtud. De manera
que la primera cualidad de la santidad es su carácter espontáneo.
La segunda cualidad es su facilidad, o no necesidad de realizar esfuerzo
alguno. El esfuerzo puede modificar el comportamiento, pero no puede
modificarte a ti. Fíjate bien: el esfuerzo puede acercar el alimento a tu
boca, pero no puede producir el apetito; puede hacer que te quedes en
la cama, pero no puede producir el sueño; puede hacerte revelar un
secreto a otra persona, pero no puede producir la confianza; puede
obligarte a hacer un cumplido, pero no puede producir la verdadera
admiración; puede realizar actos de servicio, pero no puede producir el
amor o la santidad. Lo más que puedes conseguir a base de esfuerzo
es represión, no verdadero cambio y crecimiento. el cambio es fruto
únicamente del conocimiento y la comprensión. comprende tu
infelicidad, y ésta desaparecerá y dará paso al estado de felicidad.
Comprende tu orgullo, y éste se vendrá abajo y se transformará en
humildad. comprende tus temores y éstos se disolverán, y el estado
resultante será el amor. Comprende tus apegos, y éstos se
desvanecerá, y la consecuencia será la libertad. El amor, la libertad y la
felicidad no son cosas que tú puedas cultivar y producir. Ni siquiera
puedes saber en qué consisten. Lo más que puedes hacer es observar
sus contrarios y, mediante la observación, hacer que éstos
desaparezcan.
Hay una tercera cualidad de la santidad: no puede ser deseada. Si
deseas la felicidad, estarás ansioso por obtenerla y te sentirás
constantemente insatisfecho; y la insatisfacción y la ansiedad matan la
misma felicidad que pretenden conseguir. Si deseas para ti la santidad
estarás alimentando la misma ansia y ambición que te hacen ser tan
egoísta, tan engreído y tan impío.
Hay algo que debes comprender: existen dentro de ti dos distintos
"motores" para el cambio. Uno de ellos es la astucia de tu propio ego,
que te incita a hacer esfuerzos para ser distinto de lo que se supone
que debes ser, de modo que dicho ego pueda esforzarse y
autoensalzarse.
El otro motor es la sabiduría de la naturaleza, gracias a
la cual te haces consciente y capaz de comprender. Eso es todo cuanto
tú haces: dejar el cambio - el tipo, la modalidad concreta, la velocidad
y la oportunidad del cambio- en manos de la realidad y de la
naturaleza. El ego es un estupendo técnico. Eso sí, no es creativo. Lo
que hace es coleccionar métodos y técnicas y "producir" personas
supuestamente santas: personas rígidas, consecuentes, mecánicas y
faltas de vida, tan intolerantes para con los demás como para consigo
mismas; personas violentas, que son lo más opuesto que pueda
imaginarse a la santidad y al amor; esa clase de personas "espirituales"
que, conscientes de su espiritualidad, son capaces de crucificar al
Mesías.
La naturaleza, en cambio, no es técnica, sino creativa. Dejarás de ser
un astuto técnico y pasarás a ser creador el día en que domine en ti el
verdadero abandono, es decir, la ausencia de codicia, de ambición, de
ansiedad y de obsesión por el esfuerzo, la ganancia, el triunfo y el
éxito. El día en que no tengas más que una profunda, viva, penetrante
y vigilante consciencia que haga desaparecer de ti toda necedad y
egoísmo, todos tus apegos y tus miedos. Los cambios que resulten no
serán producto de tus proyectos y esfuerzos, sino fruto de la
naturaleza, que desdeña tus planes y tu voluntad que
consiguientemente no da cabida a sentido alguno del mérito o del
esfuerzo, ni siquiera al conocimiento por parte de tu mano izquierda de
lo que la realidad está haciendo por medio de tu mano derecha.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
AVISO LEGAL: Todo el material publicado o reproducido en este sitio web tiene como único fin difundir conocimiento y valores culturales. Bajo ningún concepto persiguen fines lucrativos, prohibiéndose expresamente su copiado para uso comercial. Solo se reproduce material al que es posible acceder de manera libre, pública y gratuita en distintos blogs, webs, sitios y lugares de Internet. Si algún autor o compositor, representante legal o sus derechos habientes considera que la exposición de algún material en particular afecta sus derechos de autor, rogamos comunicárnoslo a fin de proceder a su retiro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario